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miércoles, 19 de julio de 2017

Gandhi


Mapa mental de la enseñanza de las ciencias segun Comenio


CAPITULO XX MÉTODO DE LAS CIENCIAS EN PARTICULAR
 1. Vamos ahora a tratar de reunir las observaciones que hemos ido haciendo aquí y allá para enseñar ingeniosamente las ciencias, las artes, las lenguas, buenas costumbres y piedad. Decimos ingeniosamente; esto es, con facilidad, solidez y brevedad.
 2. La ciencia o noticia de las cosas no es sino el conocimiento interno de las mismas y debe reunir iguales requisitos que la especulación o visión externa; esto es, EL OJO, EL OBJETO Y LA LUZ. Dados los tres, necesariamente ha de realizarse la visión. El ojo en la visión interna es la mente o entendimiento; el objeto SON TODAS LAS COSAS colocadas dentro y fuera de nuestra mente, y la luz LA ATENCIÓN debida. Y de igual modo que en la visión externa son necesarias algunas condiciones si los objetos han de ser vistos como es debido, así también aquí debe seguirse un método determinado mediante el cual se presenten las cosas al entendimiento de tal manera que con seguridad y prontitud se apodere de ellas.
3. Cuatro son, por tanto, las condiciones que se deben procurar en el adolescente que desea investigar los secretos de las ciencias: 1. Que tenga limpios los ojos del entendimiento. 2. Que se le presenten los objetos. 3. Que preste atención; y 4. Que sepa deducir unas cosas de otras con el debido método; así conocerá todas las cosas con certeza y expedición.
 4. Nadie tiene en su mano proporcionarse el entendimiento que desea; Dios distribuye a su arbitrio estos espejos de la mente, estos ojos interiores. Pero sí está a nuestro alcance no permitir que estos espejos nuestros se enturbien con el polvo y obscurezcan su brillo. Este polvo son las ociosas, vanas e inútiles ocupaciones del entendimiento. Nuestro espíritu está en constante movimiento, a semejanza de una rueda de molino a la cual no cesan los sentidos externos, sus servidores ordinarios, de proporcionar materiales tomados de todo lugar, falsos la mayor parte de las veces (si la razón, supremo inspector, no interviene cuidadosamente); es decir, en vez de grano y escanda, paja, bálago, arena o granzas y otras cosas parecidas. Entonces, como en la muela, todas las aristas se llenan de polvo. Preservar de empolvamiento esta interna muela de molino, la mente (que también es como un espejo), es acostumbrar con prudencia a la juventud a que se aparte de las ocupaciones vanas y se entregue a las útiles y honestas.
5. Para que un espejo refleje con fidelidad los objetos es necesaria, en primer lugar, la realidad y evidencia de los mismos, y, después, su adecuada presentación a los sentidos. Lo nebuloso y de escasa consistencia apenas irradia y muy débilmente se reproduce en el espejo; lo ausente en manera alguna puede reflejarse. Así, pues, todo cuanto haya de ofrecerse al conocimiento de la juventud sean cosas reales, no sombra de las cosas; cosas, repito, sólidas, verdaderas, útiles y que impresionen enérgicamente los sentidos y la imaginación. Ciertamente los impresionarán si se colocan tan cerca que no puedan menos de afectarlos.
6. Por todo lo cual, debe ser regla de oro para los que enseñan que todo se presente a cuantos sentidos sea posible. Es decir, lo visible a la vista, lo sonoro al oído, lo oloroso al olfato, al gusto lo sabroso y al tacto lo tangible; y si alguna cosa pudiera ser percibida por diversos sentidos, ofrézcase a todos ellos, como ya dijimos en el capítulo XVII, fundamento VIII.
7. La razón de este precepto es triple. I. Es necesario que el conocimiento empiece siempre por los sentidos (cierto es que nada hay en el entendimiento que antes no haya estado en el sentido). ¿Por qué, pues, ha de darse comienzo a la enseñanza por la narración verbal y no mediante la inspección de la cosa? Después, una vez presentada la cosa, venga la narración para explicar más profundamente lo expuesto.
8. En segundo lugar, la verdad y la certeza de la ciencia no estriban más que en el testimonio de los sentidos. Efectivamente; las cosas se impresionan en primer lugar e inmediatamente en los sentidos y después por medio de ellos en el entendimiento. Prueba de esto es que el conocimiento sensual hace fe por sí mismo; pero en el raciocinio o testimonio ajeno debe recurrirse a los sentidos para mayor certeza. No damos crédito a la razón sino en cuanto es capaz de ser comprobada por la inducción particular de los ejemplos (cuya certeza se afirma por los sentidos). No se presta fe al testimonio ajeno contra la experiencia del sentido propio. Por lo tanto, la ciencia es tanto más cierta cuanto mayor fundamento tiene en los sentidos. En resumen: Si se quiere engendrar en los discípulos verdadero y exacto conocimiento de las cosas hay que procurar que la enseñanza toda sea por medio de la propia intuición y de la demostración sensual.
9. Puesto que los Sentidos son los fidelísimos proveedores de la memoria, la dicha demostración sensual dará por resultado la perpetuidad en el conocimiento; esto es, que lo que cada cual sepa lo sepa con constancia. Efectivamente; con una sola vez que haya probado la caña de azúcar, o visto un camello, oído cantar un ruiseñor o estado en Roma y la haya recorrido (con tal que preste a todo atención), quedarán tan indeleblemente grabadas estas sensaciones en mi memoria que no podrán borrarse. Así vemos que es posible, que es muy posible, fijar en los niños los relatos de la Biblia y otras historias mediante cuadros o pinturas. Con gran facilidad y persistencia podemos, cualquiera de nosotros, imaginarnos lo que es un rinoceronte, si, aunque no sea más que en pintura, lo hemos visto alguna vez, y es evidente que con mayor certeza conoceré lo acaecido en cualquier asunto si en ello he intervenido que si lo hubiese oído contar un millón de veces. De aquí el dicho de Plauto: Más vale un testigo ocular que diez de referencia. O el precepto de Horacio: Con menor intensidad llega al espíritu lo que percibe por los oídos que lo que el espectador tiene ante sus ojos y él mismo se proporciona. Así, el que presenció con atención una sola vez la anatomía del cuerpo humano, comprenderá y recordará todas las cosas con mayor evidencia que el que hubiera leído muchos y muy extensos comentarios sin la inspección ocular. De aquí el aforismo: la inspección ocular es la mejor demostración.
10. Puede también, si en alguna ocasión falta el natural, emplearse modelos o representaciones. Esto es, modelos o imágenes hechos para la enseñanza, como es práctica constante en los botánicos, zoógrafos, geómetras, geodestas y geógrafos, que suelen presentar sus descripciones o demostraciones acompañadas de figuras. Igual debe hacerse en Física y otras ciencias por el estilo. Por ejemplo: La constitución física del cuerpo humano puede, según nuestro método, enseñarse perfectamente si colocamos en el esqueleto de los huesos humanos (como se guardan en las academias o hecho de madera), formados de piel fina y rellenos de lana, todos los músculos, tendones, nervios, venas, arterias, con las vísceras, pulmón, corazón, diafragma, hígado, estomago e intestinos; todo en su exacto lugar y dimensión, reseñado con el nombre y empleo de cada uno. Si llevamos a un discípulo de Física [Fisiología] a ver esto y le enseñamos detalladamente cada cosa, casi por curiosidad se fijará en todo y se dará perfecta cuenta de la estructura del cuerpo humano. Como esto, también deberían construirse en todas las rama del saber modelos autópticos (esto es, reproducciones de las cosas que no pueden tenerse realmente) con el fin de que es tuviesen al alcance de las escuelas. Y aunque fuesen necesarios muchos gastos y bastante trabajo, el resultado habría de ser en extremo sorprendente.
11. No faltará quien dude que todo puede, del modo dicho, representarse ante los sentidos, aun lo espiritual y ausente (cuanto existe y acaece en el cielo o en el abismo o en las regiones del otro lado del mar); pero basta con recordar que por disposición divina hay en todo tan grande armonía que podemos representarnos de manera absoluta lo superior por medio de lo inferior, lo ausente por lo presente, lo invisible mediante lo visible. Claramente se demuestra con el Macro microcosmo de Roberto Flutto, que presenta ante nuestros ojos con gran ingenio la generación de los vientos, lluvias truenos. Y no hay duda ninguna de que puede hallarse mayor evidencia y facilidad con todo ello.
 12. Lo que llevamos dicho se refiere a la presentación de los objetos ante los sentidos; vamos ahora a tratar de la luz, que si nos falta, de nada nos sirve poner las cosas ante los ojos. Esta luz del conocimiento es la atención, en virtud de la cual percibe todas las cosas el que las busca con el entendimiento lleno de codicia. Así como nadie puede ver a obscuras y con los ojos cerrados, aunque tenga las cosas junto a su vista, de igual manera se escapará a sus sentidos lo que hablemos o mostremos a quien no nos preste atención; como vemos que ocurre a aquellos que tienen su imaginación preocupada en otras cosas que no se dan cuenta de lo que acaece en su presencia. De igual manera que el que quiere enseñar a otro alguna cosa de noche tiene necesidad de traer una luz y la espabila con frecuencia para que emita mayor claridad, el Maestro también, al querer iluminar en el conocimiento de las cosas al discípulo envuelto en las tinieblas de la ignorancia, tiene, en primer lugar, que excitar su atención para que reciba la enseñanza con inteligencia ávida y codiciosa. Cómopuede hacerse esto queda dicho en el capitulo XVII, fundamento II, y capítulo XIX, fundamento I.
13. Continuando respecto a la luz, hemos de hablar ahora del modo o método de poner los objetos en presencia de los sentidos de tal manera que causen una impresión duradera. Este método podemos deducirle de la visión externa, que requiere para efectuarse: 1º Que lo que ha de verse se coloque delante de los ojos. 2º A la distancia debida, ni más ni menos. 3º No de lado, sino bien rectamente ante la vista. 4º Ni al revés ni torcido, sino en su natural posición. 5º Para que la vista conozca en el primer momento la cosa entera. 6º Y luego la examine separadamente por partes. 7º Y ordenadamente del principio al fin. 8º Deteniéndose en cada una de ellas. 9º Hasta distinguir rectamente todas por sus diferencias. Observados cuidadosamente estos requisitos se efectuará la visión con exactitud; si falta uno o varios de ellos no se verificará o se realizará mal.
14. Por ejemplo: Si alguno quiere leer una carta que haya recibido de un amigo es necesario: 1º Que la ponga ante su Vista (sin verla, ¿cómo podrá leerla?) 2º A la distancia debida (excesivamente lejos no la verá bien). 3º Completamente de frente (lo que se mira de costado se ve muy confusamente). 4º En su natural posición (¿quién puede leer una carta o libro al revés o de lado?). 5º Lo primero que hay que ver es lo principal de la carta: quién es el que escribe, a quién, cuándo y desde dónde (el previo conocimiento de todo esto ayuda sobremanera a la inteligencia del texto) 6º Después se lee lo demás sin saltarse nada (de lo contrario no se conocería todo y podría ocurrir que se dejase lo principal). 7º Es necesario leerlo todo ordenadamente, conforme se siguen los miembros (si alguno leyera ahora este período y luego este otro, además de deshacer el sentido engendraría confusión). 8º Hay que detenerse en cada cosa hasta entenderla (pues si lo pasamos a la ligera, fácilmente dejaría el entendimiento escapar algo útil.) 9º Por último, una vez conocido todo, establézcase la diferencia entre lo más o menos necesario.
15. Para observar lo que antecede, damos nueve reglas utilísimas a los que enseñan las ciencias: I. Debe enseñarse lo que hay que saber. Si al discípulo no se le expone lo que ha de saber, ¿cómo va a saberlo? Cuiden, pues, los que enseñan de no ocultar nada a los discípulos; ni de intento, como suelen los envidiosos e infieles, ni por negligencia, como quienes hacen sus cosas sin cuidado. Aquí es indispensable buena fe y trabajo.
16. Lo que se enseñe, debe enseñarse como cosa presente de uso determinado. Así el discípulo verá que lo que se le enseña no son utopías ni ideas platónicas, sino cosas que, efectivamente nos rodean y cuyo conocimiento tiene aplicación real a los usos de la vida. Con esto el entendimiento se estimulará más y pondrá mayor atención.
17. Lo que se enseñe, debe enseñarse directamente, sin rodeo ninguno. Esto será conocer directamente, no de lado, desde donde no sólo no se ven las cosas, sino que aparecen confusas y obscuras ante la vista. Cada objeto debe ofrecerse a los ojos de que aprende en su esencia propia, desnudamente, sin la envoltura de las palabras, metáforas, alusiones e hipérboles que tienen su aplicación para exagerar, disminuir, ensalzar o vituperar las cosas ya conocidas, pero en manera alguna las que van a conocerse. En éstas hay que proceder directamente.
18. Lo que se enseñe, debe enseñarse tal y como es, a saber: por sus causas. Es excelente el conocimiento que nos hace comprender las cosas conforme ellas mismas son, pues si de otro modo entran en nuestro entendimiento, no habrá conocimiento sino error. Todo objeto es de tal manera como está constituido, y si aparece de modo diferente a como está formada aseguramos que está corrompido. Este objeto se constituye por sus causas. Luego, exponer las causas de un objeto es dar el verdadero conocimiento del mismo, conforme aquello de Saber es percibir un objeto por sus causas. Y también que la causa es la guía de la inteligencia. Con mayor facilidad y certeza se reconocen las cosas conforme fueron hechas; como si das a leer una carta en la posición en que fue escrita, pues lo difícil es leerla del revés o torcida. Del mismo modo, si expones un suceso conforme ha ocurrido se comprenderá fácil mente; pero al pretender explicarlo empezando por lo último o alterando el orden del relato, seguramente producirás confusión en quien te escuche. Luego, El método de enseñanza debe seguir el orden de las cosas: lo primero, antes; lo posterior, después.
19. Lo que se ofrece al conocimiento, debe presentarse primeramente de un modo general y luego por partes. La razón de este principio está expuesta en el capítulo XVI, fundamento VI. Presentar una cosa de un modo general al conocimiento es explicar la esencia y accidente de toda ella. La esencia se explica por las preguntas ¿Qué?, ¿Cuál? y ¿Por qué? A ¿QUÉ? se refiere el nombre, el género, el oficio y el fin de la cosa. A ¿CUÁL? corresponde la forma o el modo en virtud del que esta cosa está adecuada a su fin. A ¿POR QUÉ?, aquella fuerza eficiente por la que se hace el objeto apto para su fin. Por ejemplo: si quiero dar a mi discípulo un conocimiento general exacto del hombre le diré: El hombre es (1) la última criatura de Dios destinada al dominio de las demás (2), dotada de libre albedrío para elegir y obrar (3) y, por tanto, provista de la luz de la razón para moderar con prudencia sus elecciones y acciones. Esta es una idea general del hombre, pero también fundamental, que expresa cuanto hay en él de necesario. Si a esto quieres añadir algunos accidentes, aunque sean generales, podrás hacerlo con exponer de quién, de dónde, cuándo, etc. De lo general descenderemos a sus componentes: el cuerpo y el alma; el cuerpo puede explicarse por la anatomía de sus miembros, y el alma por las facultades de que consta, etc.Todo con su debido orden.
20. Deben examinarse todas las partes del objeto, aun las más insignificantes, sin omitir ninguna; con expresión del orden, lugar y enlace que tienen unas con otras. Nada existe sin motivo, y a veces la utilidad de lo más importante estriba en la más pequeña de las partes. En un reloj un solo clavillo, roto, encorvado o fuera de su sitio, puede hacer que se pare todo el mecanismo; en el cuerpo vivo se separa un miembro y desaparece la vida, y en el contexto de la oración muchas veces la más insignificante palabra (una preposición o conjunción) trastorna y altera todo el sentido. Y así en todo. El conocimiento perfecto de una cosa se obtiene por el conocimiento de todas sus partes, cual y como sea cada una de ellas.
 21. Las cosas deben enseñarse sucesivamente, en cada tiempo una sola. De igual manera que la vista no puede atender al mismo tiempo a dos o tres cosas, sino con vaguedad y confusión (pues, en efecto, el que lee un libro no puede ver dos páginas a un tiempo, ni dos líneas por muy próximas que estén, ni dos palabras, ni aun tampoco dos letras, sino sucesivamente una tras otra), así la mente no puede tampoco entender sino una sola cosa en cada momento. Luego conviene pasar claramente de una a otra cosa para que no se confunda el entendimiento.
 22. Hay que detenerse en cada cosa hasta comprenderla. Nada se hace de pronto, porque todo cuanto se hace se efectúa en virtud del movimiento y éste se realiza sucesivamente. Por lo tanto, hay que detenerse con el discípulo en cada parte de la ciencia hasta que la conozca bien y se dé cuenta de que la sabe. Esto se conseguirá explicando, examinando y repitiendo hasta tener seguridad completa, como enseñamos en el capítulo XVIII, fundamento X.
23. Explíquense bien las diferencias de las cosas para obtener un conocimiento claro y evidente de todas. Mucha encierra en sí aquel dicho tan conocido: El que sabe hacer distinciones, enseñará bien. La multitud de las cosas abruma al que aprende y la variedad induce a confusión si no se aplica el remedio; a lo primero, el orden para que se acometan unas después de otras, y para lo segundo, la atenta observación de las diferencias a fin de que aparezca con claridad en qué se apartan unas cosas de otras. Solamente esto proporciona un conocimiento evidente claro y cierto, porque la verdad y la variedad de las cosas estriban en sus diferencias, como hicimos notar de pasada en el capítulo XVIII, fundamento VI.

24. Ya que no es corriente que todos puedan cumplir su oficio de maestro con tan gran destreza, será necesario acomodar a este método todas las ciencias que han de estudiarse en las escuelas, con lo cual no será fácil apartarse de su propósito y fin. Pues si se respetan y siguen las leyes de este método, obtendremos el mismo resultado que el que introducido en el palacio real, y con tiempo suficiente, puede examinar sin cansancio todas las pinturas, grabados, tapices y demás ornamentos de todo género que allí se encierren igualmente el joven introducido en este teatro del Universo será capaz de investigar todo el gran aparato de las cosas y andar perfectamente enterado entre las obras de Dios y de los hombres.

Kant


Pedagogia según Ratke
Cuadro sinoptico acerca de las corrientes filosoficas.

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